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Los fuegos artificiales siempre vuelven a Sevilla por Navidad

22 de diciembre de 2015, Luis termina de afeitarse mientras escucha el sorteo del Gordo de Navidad por Radio Sevilla, mientras Alejandro espera nervioso que su padre le diga que se ponga el abrigo para ir a Umbrete a comprar los petardos y cohetes que en Navidad y Nochevieja explotaran en la misma plaza donde ya su padre lo hiciera con su abuelo y éste con su bisabuelo. Una tradición familiar con sabor a pólvora y mazapán que todo niño espera año tras año.


El ritual siempre es el mismo. Mientras mamá termina de preparar los detalles de la cena, Alfredo bajará con Papa para entonar su particular Feliz Navidad al ritmo de una traca de petardos que convertirá la plaza en un universo distinto donde fantasear entre luz, ruido y niebla multicolor.

Lobitos, Águilas, tracas de Chinos, Abejitas, Camelias… un cargamento pirotécnico de petardos, tracas, aéreos y girasuelos que configuran las notas de música de navidad de la infancia de cualquier niño de esta familia sevillana.


Si le preguntas a uno de estos niños sobre el porqué de esta tradición, en su condición de niño te relatará lo sensorial, lo que le narran sus sentidos: la emoción, el ruido, el humo, los colores, la complicidad de hacerlo con papá, el competir en potencia con el petardo del vecino o de sus amigos... Un universo mágico con dos santuarios: la fábrica de fuegos y la plazoleta de su barrio.

Sin embargo, si ahondamos en el significado de esta tradición, nos llevará a la cuna donde nacieron los fuegos artificiales: China. En este país fue donde comenzó está tradición basada en la Leyenda de Nian. Las lenguas antiguas decían que había un monstruo marino llamado Nian que cada Año Nuevo chino salía de las profundidades del mar para arrasar pueblos y el ganado de los lugareños. Se dice que un misterioso hombre con el pelo gris pidió permiso a las autoridades para quedarse en un acantilado esperando al monstruo.


Cuando este salió, encendió una ristra de cohetes y petardos que asustó a la criatura haciendo que volviera a las profundidades y no hiciera ningún daño. Al día siguiente los habitantes de la zona comprobaron que todo seguía intacto y que tanto el monstruo como el enigmático hombre habían desaparecido por lo que pensaron que había sido un dios que había bajado a la tierra para salvarlos de la bestia. Desde ese día todos los Años Nuevos chinos es tradicional encender una traca de petardos en honor de ese día en el que se libraron de Nian.


Al igual que la pólvora, esta tradición china se extendió por todo el mundo y hoy en día en muchos lugares, como Sevilla, se encienden fuegos artificiales durante la época navideña simbolizando la magia de la luz como elemento purificador que logra la destrucción de las fuerzas del mal y una buena entrada del nuevo año.



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